Sin lugar a dudas, la superación de la pobreza es uno de los grandes problemas que quedan por resolver en nuestro país. Sin embargo, la gran mayoría de las veces, se analiza la pobreza desde lo material, sin tocar con especial énfasis aspectos como la educación y el acceso a la cultura. Desde la creación de los fondos de cultura, el aumento de producción de obras de arte (musicales, artes visuales, teatro, etc.) ha crecido notablemente. Numerosos proyectos se han realizado por creadores jóvenes y consagrados. Pese a que todos tienen como requisito el tener un efecto social importante, no es posible señalar si estos se han distribuido de manera equilibrada en las distintas comunas de Chile, determinando una distribución proporcional y equitativa de los eventos culturales financiados con los recursos del Consejo de la Cultura.
Por otro lado, la gran mayoría de los conciertos de música clásica se realizan en las comunas de Santiago, Providencia y Las Condes. Esa cifra disminuye notablemente en regiones. Si hablamos de música popular, ésta muchas veces se vuelve más inaccesible, debido a los altos precios de las entradas a estos recitales. Pese a que muchos espectáculos financiados con los fondos de cultura son gratis, la regularidad no está determinada por temporadas estables en sectores de escasos recursos. Por el contrario, las temporadas regulares están presentes en las comunas antes señaladas. El resto depende fuertemente de una iniciativa municipal, un proyecto del Fondo de la Música, o proyectos musicales relacionados con instituciones, que muchas veces son aislados y no sustentables en el tiempo. Hay excepciones sin lugar a dudas, pero no se puede afirmar que todos tienen acceso por igual. Existen factores de distancia geográfica y factores económicos que impiden a una familia de escasos recursos acceder a un espectáculo de calidad. Y por otro lado, cuando se logra que agrupaciones, por ejemplo, de música clásica vayan a sectores más vulnerables, ofrecen un programa “más oreja” distinto al que harían en sus temporadas regulares. La razones que dan, es que el público no está preparado. Lo lamentable es que se supone a priori una reacción del público frente a una determinada música, que no es real necesariamente. Se piensa que no es un público muy informado, razón por la que se le ofrece un programa distinto, segregando entre un público entendido y otro que supuestamente no lo es. Recuerdo una charla del director del Centro Matucana 100, quien relataba una experiencia con un Techo para Chile, a través de un proyecto de arte contemporáneo. Luego de hacer la preparación de los participantes, a través de clases de apreciación del arte, resultó que tanto los voluntarios (que en su mayoría proviene de los mejores colegios de Chile) como los pobladores sabían muy poco de arte, de lo que se puede desprender que la pobreza cultural es trasversal, por lo que el supuesto público más entendido muchas veces no es tal.
Las posibilidades de realizar actividades artísticas prácticas como tocar un instrumento, asistir a talleres, también son distintas según las posibilidades económicas que la familia tenga. Los colegios particulares tienen muchas más oportunidades, a través de talleres como orquesta, etc., comparados con los municipales, lo que determina una falta de oportunidades en los sectores de menos recursos, sobre todo en aquellos que no acceden al programa de Orquesta Juveniles, que es quizás uno de los grandes proyectos realizados durante los últimos años.
Y en tercer lugar está la falta de formación artística, que pese a ser en muchas ocasiones transversalmente deficiente, tiende a caer en los sectores de menores ingresos, debido a que mantener asignaturas artísticas, implica un gasto importante: instrumentos, taller de pintura, materiales, etc. Son elementos que tienen que estar para desarrollar la asignatura de la mejor manera.
¿De qué manera solucionamos esto? Creo que se debe fomentar la formación artística en los colegios, pero no para formar sólo artistas, sino que para desarrollar el interés, potenciando los beneficios de esta práctica. Por otro lado incentivar las donaciones privadas fuertemente, potenciando el financiamiento de temporadas regulares en zonas de escasos recursos y también en regiones. Y en tercer lugar, potenciar fuertemente el rol de las municipalidades en materia cultural a través de alianzas con instituciones de formación artística que incentiven el desempeño de sus mejores estudiantes en conciertos, talleres, etc., en lugares donde sea difícil el financiamiento y el acceso.
En síntesis creo, que es hora de preocuparse fuertemente por el acceso del público a la cultura. No sólo se debe financiar y subvencionar al artista, sino que se debe fomentar la participación del ciudadano en la apreciación cultural, pese a que éste no tenga los recursos necesarios. Y si los tiene, debemos preocuparnos de que éste reciba una formación que le permita acceder al arte con curiosidad, interés y alegría. Porque el arte fomenta el desarrollo intelectual, llena el espíritu y nos permite apreciar y practicar en conjunto. Si queremos superar las desigualdades tenemos que pensar que en el arte no es necesario sólo el creador; también lo es el público, quien finalmente es el que recibe la obra, por lo que debemos tratar de que cada chileno tenga acceso a ésta.
Por otro lado, la gran mayoría de los conciertos de música clásica se realizan en las comunas de Santiago, Providencia y Las Condes. Esa cifra disminuye notablemente en regiones. Si hablamos de música popular, ésta muchas veces se vuelve más inaccesible, debido a los altos precios de las entradas a estos recitales. Pese a que muchos espectáculos financiados con los fondos de cultura son gratis, la regularidad no está determinada por temporadas estables en sectores de escasos recursos. Por el contrario, las temporadas regulares están presentes en las comunas antes señaladas. El resto depende fuertemente de una iniciativa municipal, un proyecto del Fondo de la Música, o proyectos musicales relacionados con instituciones, que muchas veces son aislados y no sustentables en el tiempo. Hay excepciones sin lugar a dudas, pero no se puede afirmar que todos tienen acceso por igual. Existen factores de distancia geográfica y factores económicos que impiden a una familia de escasos recursos acceder a un espectáculo de calidad. Y por otro lado, cuando se logra que agrupaciones, por ejemplo, de música clásica vayan a sectores más vulnerables, ofrecen un programa “más oreja” distinto al que harían en sus temporadas regulares. La razones que dan, es que el público no está preparado. Lo lamentable es que se supone a priori una reacción del público frente a una determinada música, que no es real necesariamente. Se piensa que no es un público muy informado, razón por la que se le ofrece un programa distinto, segregando entre un público entendido y otro que supuestamente no lo es. Recuerdo una charla del director del Centro Matucana 100, quien relataba una experiencia con un Techo para Chile, a través de un proyecto de arte contemporáneo. Luego de hacer la preparación de los participantes, a través de clases de apreciación del arte, resultó que tanto los voluntarios (que en su mayoría proviene de los mejores colegios de Chile) como los pobladores sabían muy poco de arte, de lo que se puede desprender que la pobreza cultural es trasversal, por lo que el supuesto público más entendido muchas veces no es tal.
Las posibilidades de realizar actividades artísticas prácticas como tocar un instrumento, asistir a talleres, también son distintas según las posibilidades económicas que la familia tenga. Los colegios particulares tienen muchas más oportunidades, a través de talleres como orquesta, etc., comparados con los municipales, lo que determina una falta de oportunidades en los sectores de menos recursos, sobre todo en aquellos que no acceden al programa de Orquesta Juveniles, que es quizás uno de los grandes proyectos realizados durante los últimos años.
Y en tercer lugar está la falta de formación artística, que pese a ser en muchas ocasiones transversalmente deficiente, tiende a caer en los sectores de menores ingresos, debido a que mantener asignaturas artísticas, implica un gasto importante: instrumentos, taller de pintura, materiales, etc. Son elementos que tienen que estar para desarrollar la asignatura de la mejor manera.
¿De qué manera solucionamos esto? Creo que se debe fomentar la formación artística en los colegios, pero no para formar sólo artistas, sino que para desarrollar el interés, potenciando los beneficios de esta práctica. Por otro lado incentivar las donaciones privadas fuertemente, potenciando el financiamiento de temporadas regulares en zonas de escasos recursos y también en regiones. Y en tercer lugar, potenciar fuertemente el rol de las municipalidades en materia cultural a través de alianzas con instituciones de formación artística que incentiven el desempeño de sus mejores estudiantes en conciertos, talleres, etc., en lugares donde sea difícil el financiamiento y el acceso.
En síntesis creo, que es hora de preocuparse fuertemente por el acceso del público a la cultura. No sólo se debe financiar y subvencionar al artista, sino que se debe fomentar la participación del ciudadano en la apreciación cultural, pese a que éste no tenga los recursos necesarios. Y si los tiene, debemos preocuparnos de que éste reciba una formación que le permita acceder al arte con curiosidad, interés y alegría. Porque el arte fomenta el desarrollo intelectual, llena el espíritu y nos permite apreciar y practicar en conjunto. Si queremos superar las desigualdades tenemos que pensar que en el arte no es necesario sólo el creador; también lo es el público, quien finalmente es el que recibe la obra, por lo que debemos tratar de que cada chileno tenga acceso a ésta.
Publicado en La Tercera Online:
http://blog.latercera.com/blog/nemilfork/entry/cultura_y_superaci%C3%B3n_de_la
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