“Un instrumento musical por niño”, es la frase que alguien me dijo alguna vez en relación a las medidas para solucionar muchos de los problemas educacionales y de pobreza en nuestro país. Son varias las formas en las que esta frase puede ser llevada a cabo, pero sin lugar a dudas el gran proyecto que ha intentado poner en práctica esta sentencia han sido las orquestas juveniles e infantiles impulsadas en un principio por Fernando Rosas. ¿Cuál es la contingencia con la que se puede relacionar esto? La respuesta son los resultados de la encuesta Casen que vinieron a recordarnos la desigualdad y la segregación social que existe todavía en nuestro país. Y no es malo recordar y señalar de que manera las buenas ideas pueden contribuir a solucionar más problemas de los que fueron motivo de su gestación.
Las orquestas juveniles han tenido una evolución lenta pero sostenida. Partieron principalmente como una forma de acercar la música sobre todo a jóvenes en riesgo social. No es casualidad que muchas personas tengan en la mente la famosa orquesta de Curanilahue, una de las localidades más pobres de nuestro país, pero también una de las primeras en ser famosas por estos grupos de estudiantes que se levantaban y estudiaban constantemente para tocar música. Pero hoy en día las orquestas juveniles están presentes en todos los sectores posibles, de diversas características socioeconómicas, lo que nos habla de un proyecto sólido e inclusivo. ¿Cuáles son las claves y los beneficios más importantes? Disciplina, Integración, desarrollo comunitario y búsqueda de la excelencia.
El primer aspecto, la disciplina, se traduce en todo el hábito que se genera al momento de decidir integrar una orquesta de manera responsable. Respetar un horario de ensayos, seguir las instrucciones del director y estudiar las partes necesarias son parte de esta idea. El gran punto positivo, según muchos testimonios, es que todas estas cosas repercuten positivamente en las otras actividades de los niños. Las tareas del colegio, los quehaceres domésticos, entre otras, son impregnadas de esta disciplina, entregándole al niño las herramientas para enfrentar los desafíos diarios de una mejor manera.
El segundo aspecto, la integración, se da sobre todo en las orquestas juveniles regionales. En ellas podemos encontrar niños de diversos orígenes socioeconómicos y culturales, cuyas probabilidades de haberse conocido, si no hubiera sido por la orquesta, habrían sido mínimas. Es decir, no importan dónde vives, donde estudias, etc., simplemente es necesario que se toque un instrumento al nivel necesario, para pasar a formar de este grupo heterogéneo. Muchos se preguntan de qué manera podemos solucionar la segregación social asfixiante de nuestro país. Mirar instancias como éstas nos pueden dar la respuesta.
El tercer aspecto es el desarrollo comunitario. Son muchos los padres que se quejan o ven con preocupación de que manera el niño pasa solo frente al computador, a la consola o al televisor sin interactuar con otros niños. Uno de los grandes beneficios de la práctica orquestal es la necesidad de escuchar al otro, sabiendo que el éxito de la interpretación depende de lo individual y sobre todo de la capacidad para trabajar en grupo. Muchas de las grandes orquestas, además de tener buenos intérpretes, poseen un sentido de cuerpo, lo que les ayuda a conseguir los objetivos artísticos de una manera más humana.
El cuarto aspecto es la búsqueda de la excelencia. Es cierto que muchas veces se crítica el carácter social del proyecto de las orquesta juveniles, porque muchos creen que deja de lado la calidad, pero no se puede dejar de pensar que en muchas ocasiones los proyectos partieron de cero, con gente de pocos recursos, pocos profesores especializados, entre otras dificultades. No obstante, hoy el panorama es distinto. Hay más y mejores directores jóvenes, los instructores están siendo escogidos con mayor exigencia y paulatinamente, el nivel de muchas orquestas sorprende gratamente por la profesionalidad del trabajo y el buen resultado musical. Lo importante es que todos tienen en la cabeza la búsqueda de una perfección que pueda reproducir el espíritu y la intencionalidad del compositor de la mejor manera posible.
¿Quedan desafíos? Muchos, sin lugar a dudas. Todavía existen lugares donde llegar con el proyecto, sobre todos a sectores de mucha violencia y riesgo social. También se necesita una mayor exigencia en los directores de las orquestas más pequeñas que muchas veces sin querer, producto de su poca capacitación específica, terminan provocando daño en muchos de los niños debido a que no logran enseñar correctamente. También se debe seguir acompañando a los niños, sobre todo porque muchos de ellos no podrán ser músicos profesionales, por capacidades o por otras circunstancias. Lo importante es que cuando venga el momento doloroso no estén solos y tengan un hombro en el cual apoyarse ante esta potencial adversidad. Y quizás el mayor desafío es lograr crear los hábitos culturales en la población para que vean este proyecto de la manera más seria posible, posibilitando la demanda y creación de orquesta profesionales que absorban a gran parte de estos jóvenes músicos en el futuro. El margen de maniobra está, y es aquí donde el Consejo de la Cultura debe actuar, potenciando las redes con proyecto a largo plazo que creen hábito. Es decir centrar los fondos en las personas, aumentando la participación. El lugar dónde se realice, poco importa. Lo importante es que si la gente lo pide, la infraestructura necesaria para estas futuras orquestas se realizará.
Todo partió con un sueño, una cuota de ingenuidad y muchas ganas de generar oportunidades para quienes no las tenían, logrando un cambio importante en nuestro país. En tiempos en que los estudios nos refriegan en la cara nuestra precariedad y la segregación social, es esperanzador observar el carácter inclusivo de este proyecto que en muchos casos es ya realidad, rompiendo la segregación ayudando de una manera u otra a que nuestro país sea más humano.
Alguien me preguntó de qué manera el desarrollo cultural ayuda a un Chile. Quizás la respuesta está justamente aquí.
Publicado en La Tercera Online: